jueves, 30 de abril de 2015

Navegar a la deriva

Querido navegante y viajero; Como te contaba cuando te hablaba del Ermitaño, el arquetipo del Tarot que te lleva de viaje interior alumbrando el camino con la luz del corazón, hay un tiempo para vivir presente en el mundo, y hay un tiempo para adentrarse en el propio territorio interior y una vez allí, recibir la nutrición, el sostén, la fuerza, la información, los mensajes y la sanación necesarios para poder vivir la vida con verdadera libertad, belleza y felicidad.

En mi experiencia, sé que el tiempo de penetrar en la profundidad de mi mundo interior llega cuando siento una inquietud, un anhelo, e incluso un malestar que he aprendido a reconocer como mi personal necesidad de retirarme del mundo. Esta sensación o necesidad, es en realidad una llamada, un ¡Eh, oye, ya es hora de que regreses a casa durante una temporada!, que me grita una parte muy esencial de mí.

Cuando siento esta llamada, sé que no hay vuelta atrás, que ha llegado el momento, y que el único camino posible para continuar mi viaje de vida, pasa por recorrer mis paisajes interiores más profundos. Sí o sí.

Hace meses, sentí la llamada, muy fuerte y muy intensa, así que salí a buscar a mi Ermitaño interno y, de su mano, comencé a adentrarme en una zona muy profunda y poco iluminada de mí misma. En la penumbra, y muchas veces, en la total oscuridad, he descubierto fascinantes mensajes, he experimentado una profunda transformación y sanación, y he podido acceder a la fuente de mi verdadera fuerza, nutrición y poder. Todo ésto, me ha permitido regresar al mundo, y al timón de este barco, de otra manera, mucho más auténtica y potente.

Poco a poco, iré compartiendo contigo algunos de los descubrimientos que he ido haciendo durante este largo viaje iniciático de transformación personal, con la intención de que te resulten útiles y valiosos, y puedas usarlos para crear la vida que realmente deseas vivir.

Hoy, voy a contarte lo que descubrí sobre el arte de navegar a la deriva. Si deseas descubrirlo, sigue leyendo.

Durante mucho tiempo, navegué por mi vida siguiendo un rumbo establecido, moviéndome en línea recta sobre el mapa, hacia un destino elegido por mí. O eso pensaba yo.
Creía que tomaba mis propias decisiones, que viajaba siguiendo mi propia dirección, y sin embargo, no era verdad. Lo que hacía era avanzar en un movimiento rectilíneo, siguiendo un impulso que se había iniciado años atrás, que no nacía de mi genuina autenticidad y que me estaba lanzando hacia un futuro donde percibía que me esperaba la infelicidad.

Sólo fui capaz de darme cuenta de lo equivocado del rumbo que estaba siguiendo, cuando solté el control sobre mi vida y me permití navegar a la deriva durante un tiempo.

Fue el malestar que comencé a sentir, y que cada vez fue haciéndose más intenso, lo que me obligó finalmente a soltarlo todo, o casi todo: mis objetivos, mis expectativas, mis creencias, mis relaciones, mi identidad exterior, mi trab
ajo, mi dinero, mi pareja... Me vi obligada a soltar a la persona que había sido y la vida que había llevado hasta entonces.

¿Para qué?
Pues para experimentar algo muy interesante. El navegar a la deriva.


¿Qué quiero decir cuando digo navegar a la deriva?

Quiero decir cambiar completamente el marco en el que hasta ahora se ha desarrollado el cuadro de tu vida, quiero decir borrar de un plumazo el paisaje conocido y comenzar a caminar por lo invisible, quiero decir perder de vista tus antiguas referencias, tirar por la borda el mapa que hasta ahora te guiaba hacia un destino, quiero decir dejar de avanzar en línea recta y comenzar a moverte como de verdad necesites moverte, o no moverte. Y asumir que ésto, sea lo que sea, es lo mejor que te podría estar pasando. Y mantenerte firme en esa convicción. Ocurra lo que ocurra.


Navegar a la deriva quiere decir soltar el control y aceptar que en este momento, la lucha no es la mejor estrategia, entendiendo por lucha lo que hasta ahora estabas haciendo, sintiendo, pensando... lo que la inercia del impulso que se originó en el pasado te puede haber llevado a hacer, a sentir y a pensar.

Navegar a la deriva quiere decir dejar de luchar y rendirte a la evidencia de que te estabas equivocando, de que quizás te estabas haciendo daño, y que el camino que recorrías no era el mejor para ti, ni para los otros. Que ha llegado el momento de cambiar de rumbo. Y ésto, es lo que te muestra el malestar que sientes.


El malestar vital actúa como un indicador infalible, una alarma roja procedente de tu interior, de tus entrañas, que te avisa de que la dirección en la que avanzas no es la dirección buena para ti.

Y cuanto más profundo es el malestar, más potente es el cambio personal necesario para conseguir realinearte con tu verdadera ruta vital.

¿Y en qué sentido es interesante navegar a la deriva? ¿Qué ocurre cuando te permites vivir así? ¿Por qué pareciendo tan aterrador, en realidad es buena cosa?
Navegar a la deriva puede resultar muy duro, y también muy fascinante, pero el gran aprendizaje que puedes adquirir con esta experiencia, vale la pena. De veras. Pues navegando a la deriva declaras algo importante: renuncias a lo que no es. Dejas de vivir en la fantasía para comenzar a adentrarte en la realidad, en tu realidad, y le abres la puerta a lo que realmente es en tu vida.

Navegando a la deriva te liberas de lo que ya no eres, de lo que ya no tiene sentido para ti, te deshaces de tus antiguos esquemas, sistemas, valores, metas, prioridades, relaciones, posesiones, identidades... Y lo que tras esta liberación permanece, es lo que auténticamente eres, tu naturaleza esencial, y todo lo que de verdad está alineado contigo.

Y una vez que accedes a tu naturaleza esencial, a tu propio axis mundi (el eje o centro de tu universo), ya no hay más dudas, el miedo desaparece, el sufrimiento se diluye, la preocupación pierde su sentido y empieza a nacer una profunda paz en tu interior.

El malestar que sentiste hasta llegar a este punto, se torna de pronto en bienestar, la alarma roja desaparece, y en su lugar aparece una sensación de profunda armonía personal, que resulta ser independiente de las circunstancias que te rodean.


Cuando te conectas de manera efectiva con tu eje personal, con tu fuego interior, comienza a emerger desde tu centro un movimiento natural hacia una dirección, el inicio de un nuevo rumbo con una intención verdadera, con un propósito auténtico, pleno de belleza y de sentido para ti, donde importa menos el hacia dónde vas, que el cómo navegas hasta allí. 


Entonces, comienza a desplegarse ante tus pies el mejor camino, el verdadero, pues en este avance desde tu naturaleza esencial, ya no hay error posible. A partir de entonces, tu viaje deja de ser una línea recta para convertirse en un alejarse y acercarse al punto central de tu mundo, en una danza cíclica, en la que cada vez que regresas a tu axis mundi, lo haces más sabio, más maduro, más evolucionado, más feliz, y más libre, y caminando con mayor belleza.

Entonces, entiendes que el viaje verdadero, el viaje esencial, consiste en la eterna salida y el eterno retorno a tu punto central, una y mil veces, en expediciones cada vez más alucinantes. O al menos, ésto es lo que yo he aprendido, permitiéndome el loco acto de soltar el control y de navegar a la deriva, con confianza, hasta regresar, de nuevo, a mi axis mundi-Victoria Vanadis 2015©.




¿Y tú, has experimentado alguna vez lo que es navegar a la deriva? ¿Te apetece contarme cómo fue y lo que aprendiste?




Si te gusta lo que cuento aquí, compartelo.
Si deseas compartir tu experiencia, hazlo en los comentarios. 


Imágenes: superior: ilustración a bolígrafo negro sobre papel. Victoria Vanadis 2014©. Inferior: una representación de mi universo personal, y un camino de salida y de retorno a la región central o axis mundi. Victoria Vanadis 2015©.



4 comentarios:

  1. ¡¡Gracias por compartirlo!! Escrito desde tu verdad, profundo y sincero. Me ha llegado, me ha emocionado. Y las ilustraciones son preciosas. ¡¡A seguir navegando!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro muchísimo y ¡Gracias por el piropo a mis ilustraciones! Nos seguimos por éstas y por otras aguas ;-)

      Eliminar
  2. ^_^ qué lindo leerte, qué linda tu visión, qué lindo sentir la compañía de "un otro" en el mismo proceso y especialmente alguien que me plantee una manera diferente de recorrerlo: como algo natural, sano, provechoso a lo que entregarse... <3 gracias x compartir, compartiré yo mis conclusiones y descubrimientos en cuanto sienta que piso tierra firme. Abrazo gigante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tus palabras y por tu presencia, Natasha.
      Me encanta tu visión del proceso: algo natural, sano, provechoso, a lo que entregarse. Así es, tan cierto. No siempre resulta sencillo, pero siempre resulta auténtico.

      Si te apetece recoger pistas sobre ti misma y descubrir, date una vuelta por el blog, pues hay al menos un juego para hacer a tu ritmo y de forma creativa.


      El Oráculo lleva muchos meses detenido, mientras exploro cómo dar con la forma más extraordinaria de compartir y ofrecer contenido valioso.
      Ahora que estoy terminando mi formación como life coach, ya lo voy viendo bastante más claro.

      Me alegro infinito de que el blog te haya inspirado y servido. Otro abrazo también para ti.

      Eliminar

Me gusta saber tu opinión y conocerte un poco más. ¡Anímate a comentar!