Imagina que se acerca una tormenta increíble, de un ciclón de magníficas proporciones. Aparece en el horizonte, cubriéndolo todo de oscuridad, y avanza muy deprisa.
Visualizalo, siéntelo, olfatealo: el viento ruge furioso, agitándolo todo a su paso y derribando árboles; la lluvia azota el suelo sin piedad; la oscuridad solo se rompe al destellar los rayos; las explosiones de los truenos resultan ensordecedoras. El caos reinante es total y parece que todo a tu alrededor fuera a salir disparado en todas direcciones.
Imagina ahora que tu reto consiste en permanecer en calma en medio de un huracán como éste.
"¡Eso es imposible!" Estarás pensando, seguramente.