En tus momentos de crisis personal, y siempre que lo necesites, danza con tu miedo, danza con tu dolor, danza con tu pasado, danza con la Muerte.
Toma su mano y gira con ella en el eterno vals de la vida-muerte-vida. Gira en un torbellino infinito hasta que ambos seais indistinguibles, hasta que seas uno con Ella. Y en ese momento de fusión, experimenta lo que es el encontrarte en el centro de tu verdadera existencia. En ese estado, tu oscuridad se impregna de luz, y tu luz brilla más intensa, en contraste con tu propia oscuridad.
Cuando la carta de La Muerte aparece en tu vida, acepta con agradecimiento su presencia, pues ella corta y transforma con su guadaña plateada de luna decreciente, todo lo que se haya convertido en un lastre en tu existencia.
Es Ella quien te anuncia y te muestra que comienzas un necesario ciclo de destrucción para liberarte de todo lo que no es auténtico ni útil. Ella es la sutil mensajera de la transformación necesaria e imparable que se gesta en tu interior.
Resistirte al ritmo natural de tus propios ciclos interiores es como tratar de detener la inminente llegada del invierno. Acepta tus ritmos, danza con el sol en verano y con el hielo en invierno; ama y respeta de igual forma al sol y al hielo, pues ambos forman parte de ti y de tus paisajes interiores, y ambos son igual de necesarios para la salud de tu ecosistema interno.